MARCESCENTE / ZIMELKOR
unas palabras de despedida
trozos de vida
tu cabello es un manantial de plata
aunque no tengas quién te lo peine
esas arrugas aradas por todo lo vivido
echas de menos las charlas de sobremesa
de quien fuera tu compañero
estúpidos convertidos en estrellas de la televisión
estos años se sienten como retales de un final
avanzan a velocidad de crucero
con sus segundos preñados de siglo
primeros avisos del olvido:
distinto par de zapatos en tus pies
ollas quemadas en la cocina
esculpes unas palabras de despedida
en la lápida de los valores perdidos
en las ruedas llenas de barro
de este mundo que va demasiado deprisa
unas últimas palabras
en el pecho de la gente de carne y hueso:
“yo ya me voy, pero cuidad de los vuestros”
el propio futuro se disfraza de recuerdo
miente la memoria
y esas palabras que hace mucho cayeron en desuso
te siguen pareciendo preciosas a pesar de todo
condenada a reconocer que ese tesoro valorado por unos pocos
se hundirá contigo
en ese altivo océano de produndidad abisal
en ese olvido
peaje
descanso
al que llamamos muerte
toda una vida trabajando
para no recibir a cambio nada de lo que mereces
todo lo conseguido se va marchitando
somos mundo, luego marcescentes
no lo dudéis:
nadie se va a salvar